
Hacer justicia no es simplemente sancionar o castigar. En la tradición de los pueblos indígenas la justicia se inicia con la orientación preventiva para vivir bien; la participación comunitaria para mantener la convivencia y la corrección educativa para sanar las desarmonías dentro de la comunidad.
Tanto el látigo, como el cepo o la cárcel y otros, son formas de castigo adoptadas desde la colonia y constituyen otro espíritu de justicia. Los pueblos indígenas desde antes de la conquista ya teníamos nuestras propias formas de corrección o conciliación ante cualquier tipo de conducta que fuera en contravía de la convivencia, de manera que se protegiera la armonía comunitaria.
Los mecanismos de justicia externos que se ha impuesto en las comunidades necesitan ser revisados cuidadosamente en cada pueblo, según sus realidades, su vigencia y su aplicabilidad; de manera que no se pierda el espíritu de lo justo tal como ha sido desde la visión ancestral.