“La chagra siempre será el escenario perfecto para preservar la cultura, sabiduría y la soberanía alimentaria de los pueblos indígenas”
Por: Paula Alejandra Barrera
Desde hace mucho tiempo la chagra ha sido un espacio donde se cultivan los aliementos tradicionales,por ello se trabaja fuertemente para transmitir no solo saberes sino sabores ancestrales, con el fin de que perduren a través del tiempo.
La chagrita, entonces supone un encuentro de sabores y saberes, si volvemos a comer lo que viene de la tierra; papas, tomates, choclos, guatilas, lenteja, recuperaramos el pensamiento de la tierra, tanta frescura multicolor. Siendo así, un gran ejemplo de ello son los pueblos indígenas del putumayo, ya que revindican los pensamientos ancestrales abrazando la tierra con sabiduría, sembrando la resistencia de las semillas y el alimento local de la cultura.
Tanto sabores, y saberes que con el tiempo se vienen rescatando, los procesos de fortalecimiento lamentablemente han significado un proceso de lucha, donde la problemática por el territorio evocan problemáticas de tipo; social, político y económico, que se desenvuelve en un país como Colombia, donde el por poder y el consumo, es una carrera de “desarrollo” pero que fácilmente, rompe, invade y despoja; el pensamiento ancestral.
Pensar que este “desarrollo”, supone opciones mejores de vida y que está basado en destruir, acabar y sobre todo expropiar la tierrita, es incoherente por eso dicen “que la vida se termina cuando llega el desarrollo”, nos ofrecen “desarrollo” por encima de las consultas, invadiendo los territorios.
¿Qué nos hace falta como sociedad para rescatar la memoria de nuestros mayores y mayoras?,nuestra Bata Margarita Chindoy Agreda del Territorio del putumayo nos invita a cuestionarnos y sentir la importancia de sembrar; pensamiento y corazón, a recuperar la chagra tradicional; porque estamos en tiempos difíciles y debemos entender que el alimento une, sana y es la base de vida.
-“Estamos en tiempos difíciles donde la tierra hay que nutrirla y la cosecha hay que recibirla, tesoro sagrado, tesoro sano”.
La chagrita es una escuela de saberes donde el plátano, el choclo, nos enseñan a ser resistentes, libres; crecer en estas tierras no es fácil, tantos fungicidas, nuevas herramientas, nuevos alimentos envasados,que invaden la esencia de lo que somos, sin embargo, la huerta nos enseña a crecer, ya que cuando sembramos, nos apropiamos, cuando nos apropiamos defendemos y aprendemos a re-existir, volver a existir para sentir. Además, las plantas y los cultivos nos permiten autodescubrirnos como sujetos, lo que falta es que el Gobierno, las instituciones y la población civil empiecen a empoderarse de estos temas y así rescatar lo propio.
Sin lugar a dudas, la huerta es ese lugar de pensamiento, chagra que alimenta comunidad, espacio sagrado de cultivo de tradiciones, cultivo de trabajo, trabajo donde se siente la tierra y el pensamiento de la madre nos alimenta, es un reencuentro de procesos comunitarios donde la gobernanza alimentaria aumenta la autonomía de un pueblo, como lo es la comunidad Kamëntsá.
Es importante que creemos ecosinuestras, a través de la siembra para que las economías no obstruyan el pensamiento propio de autonomía, hagamos lecturalezas para sentir más el azadón, el machete, para preservar las semillas y renacer las sabidurías, porque reverdecer los sueños en la agricultura es un plan de vida, un recuperador de la memoria viva. Algo que nunca debemos dejar perder para gobernar la tierra desde soberanía y la autonomía.